Una mirada interdisciplinar a la investigación sobre envejecimiento

Jun 29, 2018

La Fundación General CSIC (FGCSIC) ha publicado recientemente las Conclusiones del segundo Encuentro realizado en 2017 en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, sobre el «Ritmo de la Senectud», desde una mirada interdisciplinar a la investigación sobre envejecimiento.

En el encuentro se abordaron los aspectos clave en los límites  sobre uno de los grandes sueños humanos, el de morir tarde y bien. Los ponentes del encuentro expusieron sus impresiones entorno a la gran pregunta sobre los límites de la vida humana, así como sobre el inicio de la senectud y la velocidad de la misma. Se trataron también aspectos sobre cuáles son los principales moduladores de la longevidad, la salud y el funcionamiento a edades avanzadas y se abordo de manera especial el papel del género en el proceso de envejecimiento.

Las conclusiones destacan dos aspectos transversales en las respuestas planteadas en el encuentro de expertos:

A pesar de que somos cada vez más iguales ante la muerte, seguimos siendo muy desiguales tanto en términos de longevidad como de salud. La desigualdad, especialmente socioeconómica, tiene efectos notables sobre la longevidad, la discapacidad, el funcionamiento cognitivo, incluso sobre el reloj epigenético. ¿Cuáles son los mecanismos tras la asociación entre un menor nivel educativo y una menor metilación a nivel molecular, por ejemplo? Existen sectores de población que agrupan problemas físicos y psíquicos, y es también relevante conocer los mecanismos tras la desigualdad en longevidad saludable, de cara a una estratificación eficiente de las intervenciones.

Otro aspecto presente prácticamente en todas las respuestas fue la concepción del envejecimiento como un proceso continuo, de largo plazo, acumulativo a través de la trayectoria de vida. Envejecemos, en distintos aspectos, desde el final de la etapa reproductiva, desde la juventud, desde que nacemos e incluso desde mucho antes. La óptica de cohorte explica la compresión de la morbilidad, de la discapacidad y la longevidad extrema como resultados de un mismo proceso. Es la trayectoria a lo largo del curso de vida la que determina, en buena parte, cómo nos va al final de la misma. Y de ahí la relevancia de preguntarnos por las trayectorias de vida de las próximas generaciones.

En la Conclusiones se plantean una serie de respuestas a las preguntas planteadas en el Encuentro, entre las que se podrían destacar:

  • Los límites de la vida humana siguen siendo un misterio. Existen diversas intuiciones, creencias y esperanzas, pero lo que los datos existentes muestran de forma consistente, por ahora, es que seguimos ganando vida por encima de los 100 años. Es posible seguir alargando la vejez de la mayoría. Si bien en este ámbito es relevante no olvidar la fragilidad, no sólo de la vida, sino también de los datos.
  • Y la senectud, ¿podemos seguir retrasándola? En este caso las respuestas son todas positivas. Envejecer es normal, pero se puede modular, se puede retrasar, la fragilidad se puede revertir y el deterioro cognitivo -cuya incidencia no está aumentando en la generación masculina entre 70 y 75 años- es atribuible a factores reversibles en muchos casos. ¿Es, por tanto, posible una compresión completa de la morbilidad? Algunas poblaciones, como los centenarios saludables, comprimen la morbilidad prácticamente al 100%, la duración de la vida en estas poblaciones es casi idéntica a la duración de la vida en salud. ¿Cuál es el potencial mimético en otras poblaciones? Un marcador biológico capaz de predecir toda causa de mortalidad, el reloj epigenético, podría ayudarnos a encontrar la respuesta. Si bien también surgen nuevas preguntas: sabemos que este reloj funciona, pero ¿cómo funciona?.
  • ¿Qué mecanismos nos ayudan a envejecer mejor y más tarde? Existen mecanismos intrínsecos, genéticos, que actúan, por ejemplo, en la heredabilidad de la longevidad. Pero, existen también muchos y relevantes factores ambientales con efectos positivos sobre ese reloj biológico: bajas exposiciones a sustancias contaminantes, al sol, al humo de cigarrillos, dieta rica en pescado, vegetales y aves de corral, consumo moderado de alcohol, control de los afectos negativos, educación, nivel adquisitivo, actividad física, etcétera. El ejercicio es un medicamento para tratar la fragilidad, o quizás un suplemento, dada la relevancia de la iniciativa individual. Pero es importante que sea un ejercicio multicomponente, no sólo andar, sino trabajar también la fuerza, el equilibrio y la coordinación, y primar la sociabilidad, “ejercicio y diversión, poco encierro y mucho trato” decía Letamendi. También son relevantes las condiciones de personalidad, como la tenacidad, el afecto positivo y el control sobre nuestra propia vida. Por ejemplo, sabemos que, si fuésemos capaces de combatir la ansiedad, el Alzheimer disminuiría. Pautas comportamentales como la agresividad, la violencia, el cuidado o el apego, se asocian con cambios en la metilación del ADN del cerebro. Y es muy importante el ejercicio intelectual, la inteligencia cultural se mantiene muy alta a lo largo de nuestra vida si seguimos ejercitándola. En el entorno físico, social y tecnológico también nos encontramos facilitadores de un envejecimiento saludable. Es muy importante el acceso a información sobre la salud. Las infraestructuras, el espacio construido, el entorno de alimentación, condicionan el estilo de vida de los residentes en distintos barrios, en distintas ciudades y pueblos, en distintos países, estableciendo una relación entre los comportamientos individuales y el lugar en el que vivimos. El entorno tecnológico se está haciendo cada vez más usable, más invisible, ofreciendo alternativas a tratamientos farmacológicos, por ejemplo, o a tratamientos muy invasivos. El límite para el uso de la tecnología es la creatividad, el reto está en la usabilidad y la aceptabilidad de las intervenciones.
  • La relación entre género y envejecimiento es estrecha. El sexo y el género marcan no sólo nuestro recorrido por la vejez, sino también los recursos y los problemas con los que llegamos a la misma. La trayectoria del envejecimiento es distinta en hombres y mujeres y tiene una base biológica. Sabemos del papel protector de los estrógenos frente al estrés oxidativo con resultados en longevidad. En las hembras se produce también una evolución más lenta de determinadas enfermedades crónicas, así como diferencias en prevalencia de fragilidad. A ello se añade que la exposición a la adversidad a lo largo de la vida es muy diferente por género, y tiene importantes consecuencias en salud. En las trayectorias de vida femeninas existen diferencias en educación, poder, ocupaciones de prestigio, poder adquisitivo, exposición a la violencia, roles de género, cuidados familiares, historia reproductiva o cuidados médicos, entre otros aspectos. Todos ellos se relacionan con resultados en salud en la vejez. Hombres y mujeres tienen distintas redes sociales, siendo los amigos mucho más importantes para ellas en términos de longevidad en salud. Las pensiones femeninas son menores y en muchos casos insuficientes; solo en los segmentos adquisitivos más altos se matiza la desventaja femenina. Y la desventaja en liquidez financiera persiste en las proyecciones para las próximas generaciones de mujeres. Por ello, no se ha de olvidar la relevancia de políticas de redistribución que pongan el acento en una intersección crucial: la de género, edad y clase social.

Referencia: Conclusiones redactadas por la Doctora María Dolores Puga (CSIC), Directora del encuentro.

Conclusiones del Encuentro UIMP-FGCSIC

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