La evaluación del envejecimiento activo

Mar 9, 2017

Carmen Rodríguez-Blázquez, Centro Nacional de Epidemiología y CIBERNED. Instituto de Salud Carlos III. Programa ENCAGE-CM.
Correo: crodb@isciii.es
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió en 2002 el envejecimiento activo como el proceso en que se optimizan las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen. Posteriormente, se añadió el aprendizaje a lo largo de la vida como el cuarto componente (Versión 2015). Estos conceptos de salud, aprendizaje, participación y seguridad son los denominados pilares, o áreas clave para la acción estratégica, en envejecimiento activo. La promoción del envejecimiento activo se ha convertido en el centro de atención de organismos con la OMS, el Banco Mundial, la OCDE y la Comisión Europea. El concepto de envejecimiento activo se ha convertido también en el objeto de numerosos proyectos y estudios, tales como el Programa ENCAGE-CM, y de numerosas publicaciones científicas. En los últimos años también se ha venido haciendo un esfuerzo para operacionalizar y medir el concepto de envejecimiento activo, como parte de la necesidad de alcanzar un consenso en su definición, realizar estudios epidemiológicos, servir de base para la elaboración e implementación de intervenciones y políticas, y analizar la eficacia de las mismas.
En general, las medidas de envejecimiento activo se pueden agrupar en tres grandes categorías: indicadores objetivos, evaluación subjetiva mediante medidas de resultados informados por los pacientes, e índices síntéticos.
La categoría de indicadores objetivos agrupa a aquellas técnicas de medida que recogen los aspectos fisiológicos y biológicos del proceso de envejecer: capacidad pulmonar, fuerza, velocidad de la marcha, comorbilidad, estado cognitivo, estado funcional, actividad física y estilos de vida, etc.
Figura 1. Indicadores objetivos para medir el envejecimiento activo
indicadores objetivos envejecimiento activo
Aunque en los distintos estudios se utilizan un gran número de escalas y cuestionarios como los que aparecen en la Figura 1, en los últimos años los investigadores están utilizando también sensores de actividad física y movimiento, que pueden ir desde los muy sencillos y baratos, como pulsómetros y pulseras de actividad (conocidos como wearables) que proporcionan información básica sobre patrones de actividad física y sueño (Lewy, Mercer), a complejos sistemas que combinan diferentes tecnologías de la comunicación, redes y dispositivos de vigilancia y monitorización.
 
Las medidas objetivas como los sensores, sin embargo no proporcionan información sobre un aspecto importante como es la percepción del propio sujeto sobre su forma de envejecer. Para ello, se recurre a lo que en Ciencias de la Salud se conocen como medidas de resultados comunicados por los pacientes (patient-reported outcomes, PRO), que incluyen cualquier tipo de información proporcionada por un paciente sobre su estado de salud, su enfermedad y el tratamiento que sigue. En el ámbito del envejecimiento activo, las medidas PRO se han utilizado sobre todo en la evaluación de la actividad física, las actividades de ocio y tiempo libre y el bienestar emocional y la calidad de vida. La calidad de vida es un concepto ampliamente estudiado en relación al envejecimiento activo y para el que se dispone de una amplia variedad de instrumentos de evaluación (Figura 2).
Figura 2. Medidas de calidad de vida más utilizadas en la evaluación del envejecimiento activo
medidas de calidad de vida envejecimiento activo
Para facilitar el estudio del concepto del envejecimiento activo, diversos investigadores han elaborado índices sintéticos, que integran indicadores y medidas y permiten la comparabilidad y la priorización de intervenciones. Estos índices difieren en su grado de complejidad. Así, por ejemplo, encontramos el Índice de Envejecimiento Saludable (Healthy Aging Index, HAI) de Sanders y colaboradores que combina medidas biológicas (presión arterial, capacidad pulmonar, etc.) con una escala del estado cognitivo (Mini-Mental Status Examination, MMSE) para producir un indicador que va de 0 (saludable) a 10 (no saludable). Otro ejemplo lo constituye el Índice de Envejecimiento con Éxito (Successful Aging Index, SAI) [12], que combina medidas de salud autopercibida, estado funcional y cognitivo y apoyo social. Los índices sintéticos más completos y complejos son el Índice de Envejecimiento Activo (Active Ageing Index, AAI), de United Nations Economic Commission for Europe, UNECE (2012) y el Índice Global de Envejecimiento (Global AgeWatch Index), de HelpAge International. Los dos índices han sido anteriormente revisados en este blog (2014-I; 2014-II).
En resumen, existe un amplio abanico de herramientas de evaluación del envejecimiento activo. La elección de una u otra dependerá, en gran parte, del objetivo de los investigadores y del propósito del estudio.
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