El sueño de envejecer en una Europa sin dolor

Ago 5, 2016

Marta Cimas (1) y Maria João Forjaz (1,2). (1)Instituto de Salud Carlos III, Escuela Nacional de Sanidad, (2) REDISSEC, Programa ENCAGE-CM
M Cimas. mcimas@isciii.es, MJ Forjaz: jforjaz@isciii.es
Los europeos somos cada vez más mayores y este envejecimiento progresivo de la población conlleva un aumento de las enfermedades crónicas. La cronicidad deteriora la calidad de vida y genera un gran impacto tanto a nivel económico como social. Entre las listas de las enfermedades crónicas más frecuentes en los mayores no suele figurar el dolor crónico. Sin embargo, la prevalencia de dolor crónico en población mayor Europea es alarmantemente elevada.
Siempre se ha dicho que el dolor es algo subjetivo y difícil de medir, que depende del “umbral” de cada uno y que está influenciado por múltiples factores, las emociones, el comportamiento, las creencias, etc. Además, el dolor se asocia con frecuencia a una causa desencadenante que lo produce y sobre la que se suele intentar actuar para curar al paciente. Por todo ello, tradicionalmente el dolor crónico ha sido visto como un síntoma y no una enfermedad. Sin embargo, muchos autores definen el dolor crónico como una enfermedad en sí misma cuando persiste mucho tiempo más allá de la causa aguda que lo generó. Así, la IASP (International Association for the Study of Pain)  define el dolor crónico como aquel que se prolonga durante 3 o más meses. Otras como la American Society of Interventional Pain Physicians  proponen 6 o más meses como período de duración. La falta de consenso en la forma de definir el dolor crónico, la creencia de muchos profesionales de que el dolor no deja de ser simplemente un síntoma así como la existencia de una cantidad considerable de mitos en torno al dolor en las personas mayores, han contribuido, en parte, a que el dolor crónico no haya ocupado el lugar prioritario que le correspondía en las agendas de los gestores sanitarios hasta hace relativamente poco tiempo.
Hay muchos tipos de dolor crónico pero el que más afecta a las personas mayores es el dolor crónico musculo-esquelético localizado principalmente en la espalda y en articulaciones como la rodilla o la cadera. Según los datos de 2013 de la Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE) que es un estudio longitudinal de una muestra representativa de mayores de 50 años residentes en distintos países de Europa,  la prevalencia de dolor crónico musculo-esquelético era de un 35,7%, lo que supone una cifra mucho mayor que la prevalencia de otras enfermedades crónicas como las cardiovasculares o el cáncer. Además, las mujeres presentaron una prevalencia mayor que los hombres (41,3% vs 29,1%). Numerosos estudios en los últimos años han abordado el estudio de las diferencias en la percepción del dolor entre hombres y mujeres poniendo de manifiesto grandes diferencias biopsicosociales que condicionan que las mujeres sufran más dolor que los hombres por cuestiones tanto asociadas al sexo como al género. Por tanto, ser mujer mayor de 50 años en Europa está ligado a padecer dolor crónico musculo-esquelético en un elevado porcentaje de casos. Además, la prevalencia entre países Europeos varía considerablemente encontrando amplias diferencias entre los países del sur y este de Europa y los del norte, lo que sugiere una equivalencia con el nivel socioeconómico de estos países (Figura 1).
Figura 1. Prevalencia de dolor crónico musculo-esquelético por sexo en 14 países Europeos: datos del estudio SHARE, 2013.

dolor europa
Los datos epidemiológicos disponibles sobre dolor crónico músculo-esquelético en Europa son escasos, por ello es importante seguir avanzando en el estudio de este importante problema que tiene hoy su espacio en las agendas de política sanitaria de  algunos países Europeos como Alemania, Dinamarca, Italia, España o Portugal. En España, la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud (SNS) de 2012 incluyó como uno de sus proyectos la mejora del abordaje del dolor crónico en el SNS, lo que se traduciría más tarde en un documento marco para la mejora del abordaje del dolor en el SNS en 2014. Desde 2012, han surgido numerosas iniciativas a nivel de gestión sanitaria para mejorar el manejo del dolor en todos los ámbitos, como la creación de los Comités del Dolor en hospitales o la inclusión del dolor como punto clave en planes estratégicos de calidad y seguridad del paciente tanto en hospitales como en atención primaria.
El dolor crónico en población mayor de 50 años en Europa es un problema de salud pública. Su padecimiento se asocia a una pérdida de movilidad y limitación de las actividades de la vida diaria, sobrepeso, obesidad y problemas de sueño, entre otros muchos factores que suponen una pérdida considerable de la calidad de vida. Desde el ámbito de la investigación en salud pública en Europa se debe continuar haciendo esfuerzos por dar visibilidad al problema del dolor crónico en personas mayores como uno de los puntos clave en las todas las políticas. Asimismo, se debería hacer especial hincapié en la necesidad de trabajar por la equidad en el acceso a los recursos socio-sanitarios disponibles para el manejo del dolor crónico en Europa. El objetivo de envejecimiento saludable es una máxima en la que sufrir dolor crónico no está incluido, y aunque nos queda mucho camino por recorrer todavía, siempre creeremos en el sueño de poder envejecer en una Europa sin dolor.

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