Una revisión de la investigación sobre voluntariado en personas mayores

Ene 18, 2017

Vicente Rodríguez Rodríguez. Departamento de Población, CSIC. Programa ENCAGE-CM
Envejecer activamente es, hoy y en muchas sociedades, un hecho que es entendido, entre otras opciones, como un proceso vital, una estrategia social o un recurso de políticas publicas. También es un concepto analítico. Cualquier esfuerzo por hacer más concreto y operativo este concepto lleva asociada una decisión sobre los parámetros que deben ser evaluados para su análisis e interpretación, sus componentes, los factores que lo condicionan y los efectos que produce en poblaciones y sociedades. Así lo reconocen el mundo académico, las estructuras de la sociedad civil o los decisores políticos.
Realizar actividades de voluntariado por parte de personas de edad es uno de los más claros exponentes de una forma activa de envejecer, o saludable, o con éxito, o productiva. Además, su relación con otros valores, socialmente reconocibles, como el bienestar individual, la calidad de vida o la satisfacción con uno mismo, está bien documentada a través de la literatura internacional. Muy numerosos son los estudios científicos, los informes de organismos o los documentos que diseñan programas y planes de actuación social que consideran al voluntariado de personas mayores como un hecho social de relevancia en el momento actual.
Recientemente se ha presentado un informe del Centre for Ageing Better, The benefits of making a contribution to your community in later life que sistematiza los resultados científicos en el campo del voluntariado de personas mayores a partir del análisis de la bibliografía internacional. Algunos de sus resultados merecen una reflexión.

El primero de ellos es la necesidad de tener en cuenta que el voluntariado se manifiesta de múltiples formas, a través de las diversas actividades en las que están implicadas las personas mayores, y en planos diferenciados, desde el individuo como gestor de su tiempo hasta la institución como estructura que canaliza las aportaciones individuales (Figura 1, adaptada del documento).
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Una de las evidencias más claras, extraídas de la revisión bibliográfica, es que realizar actividades de voluntariado tiene notables efectos positivos en las personas que las realizan, ya que aumenta su nivel de autoestima, su sistema de relaciones sociales se mantiene o fortalece, y mejora su satisfacción con la vida, su bienestar, pero también reduce la propensión de caer en situaciones depresivas. Al mismo tiempo se detecta que disfrutar de un mejor estatus de salud, disponer de unos recursos económicos más elevados o de un mayor bienestar personal propician la implicación en actividades de voluntariado. De esta manera, se demuestra que existe una inconcreción en la bibliografía al identificar si un rasgo demográfico o condición social es causa o consecuencia de realizar actividades de voluntariado.
En este mismo sentido, parece evidente en los estudios científicos que los  beneficios derivados del voluntariado se manifiestan de forma más significativa entre aquellas personas mayores que disponen de menos recursos personales y sociales, con un estado de salud más deficiente o con un menor nivel educativo. Por ello, parece razonable que asociaciones, organizaciones y responsables políticos han de prestar más atención en potenciar comportamientos de participación en voluntariado entre estas personas. Sin embargo, debe tenerse claro, como la investigación sugiere, que las actividades de voluntariado no protegen de forma aislada de las múltiples carencias de las personas mayores a medida que envejecen.
Los rasgos de la población ocupan un apartado notable en el documento, para destacar la estructura etaria de los participantes y su diversidad en relación con su salud y niveles educativo y económico. Se hace una referencia a algunas actitudes personales que propician la participación, valores como el altruismo que la potencian o capacidades que la hacen más visible (los más ricos tienen más oportunidades de encontrar sentido a su vida que los menos favorecidos, que buscan en el voluntariado un sentido vital más definido). Particularmente útil es la descripción de la multiplicidad de efectos beneficiosos (ver Figura 4 del documento), en campos como la salud, las redes sociales, el bienestar personal, o el empleo. Un capítulo sobre recomendaciones a distintos actores (investigadores, personas, organizaciones, sociedad civil, decisores políticos) sirve de colofón a la revisión bibliográfica.
Algunas limitaciones de los estudios sobre voluntariado quedan al descubierto, explícita o implícitamente. Generalmente se pone el foco, sobre todo, en actividades formales y mucho menos en otras formas más difíciles de detectar y analizar. También se insiste en estudios observacionales (análisis de relaciones, de componentes, de efectos), pero no tanto en aproximaciones comportamentales. No se desarrolla un análisis consistente de los métodos utilizados en los estudios, lo que limita la utilidad de esta revisión, como también lo hace el que todas las referencias estén publicadas en inglés y centradas, mayoritariamente en el ámbito anglosajón. Ello es expresivo de una visión limitada desde el punto de vista cultural porque se obvia el desarrollo de la participación de las personas mayores en actividades de voluntariado en otros contextos sociales, culturales y políticos, en los que se está produciendo un incremento apreciable de la población mayor, a la vez que está aumentando el interés de los investigadores por su análisis, especialmente en países latinoamericanos. Es de esperar, entonces, que se cubra este espacio en los próximos años.
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