Responsabilidad individual para frenar la Covid-19 cuando fallan las administraciones

Oct 1, 2020

Ángel Rodríguez Laso. Epidemiólogo y médico de familia. CIBERFES. Instituto Carlos III.

 

En los últimos días, septiembre-octubre de 2020, estamos asistiendo nuevamente a una falta de acuerdo entre administraciones acerca de las medidas a tomar para frenar la expansión de la Covid-19. Al margen de intereses partidistas que nunca se pueden excluir, en el fondo del debate está que se trata de un problema de salud pública, en el que las medidas que se adopten tienen consecuencias que van más allá de las directamente relacionadas con el control de la infección. Como proceso infeccioso respiratorio que es la Covid-19, medidas como la restricción de movimientos y actividades frenarán sin lugar a duda su expansión, como tuvimos ocasión de comprobar en el confinamiento de marzo a junio 2020, pero a costa de producir pérdida de empleos e ingresos y estrés y aislamiento social en la población afectada.

Sería deseable que las autoridades se pusieran de acuerdo en la ponderación de estas consecuencias y adoptaran medidas consensuadas para transmitir confianza a la población. Pero entre tanto, es bueno recordar que como individuos seguimos teniendo la responsabilidad de reducir nuestro riesgo de contagio mediante medidas que están exclusivamente en nuestra mano y nuestro entorno cercano. Estas medidas beneficiarán especialmente a las personas en mayor riesgo incluidos los mayores.

 

1) Usar las mascarillas, no sólo por obligación sino por las ventajas que tiene su uso.

– Las mascarillas higiénicas y quirúrgicas disminuyen la emisión de secreciones respiratorias y saliva que contienen virus, en el caso de que estemos infectados. Se evita así que el virus se vaya extendiendo a base de encontrar cuerpos en los que reproducirse. Las mascarillas FPP2 y análogas además evitan que esas secreciones entren en nuestro organismo, protegiendo al que las lleva.

– Están apareciendo estudios que indican que el uso de la mascarilla puede estar funcionando como una vacunación, lo que en términos científicos se llama variolización[1]. El término es un derivado de viruela, ya que antes de que Jenner desarrollara la vacuna ya se conocía que esta enfermedad se podía prevenir exponiendo a las personas a pequeñas dosis del virus. Las mascarillas parecen hacer la misma función respecto al SARS-CoV-2: disminuyen la cantidad de virus que entra en contacto con nosotros, con lo que el sistema inmunitario es capaz de combatirlo y se produce una infección asintomática o con pocos síntomas.

Las mascarillas son especialmente útiles en los espacios cerrados, donde el virus persiste más tiempo en el aire. No tiene ningún sentido usarla en la calle y luego no ponérsela en el trabajo o en casa cuando recibimos una visita. Se considera visita a cualquiera que no conviva con nosotros, incluidos familiares, por muy cercanos que sean. No podemos conocer el estado infeccioso de todas las personas con las que tienen contacto nuestros familiares y amigos cuando no están con nosotros. Tanto el huésped como el anfitrión deben llevar la mascarilla mientras dure la visita.

En las terrazas de hostelería la mascarilla también protege, porque es más difícil mantener la distancia de seguridad. Acudir a una terraza y tomar algo no debe ser una excusa para quitarse la mascarilla durante un tiempo prolongado; sólo debe quitarse mientras se ingiere la comida y la bebida y es de la mayor importancia utilizarla cuando se está uno dirigiendo a alguien.

 

2) Mantener la distancia de seguridad, aumentar la higiene de manos y evitar llevarse las manos a la boca, como al estornudar o toser.

En cuanto a la distancia, cuanta más mejor. Se está recomendando dos metros porque es la distancia máxima a la que pueden viajar las partículas en las que se desplaza el virus. Pero esto es en reposo. En movimiento, si vamos caminando a dos metros detrás de otra persona, podemos inhalar los virus que quedan en el aire por donde esa persona ha pasado y respirado.

El metro es una medida fija que no se contrae o dilata. Es llamativo ver como en las terrazas, en los saludos en la calle y en los domicilios, los metros se hacen más “cortos” y se considera que distancias mucho más pequeñas llegan a ser de dos metros.

 

3) Limitar los contactos sociales a lo mínimo imprescindible.

El virus nos puede infectar por estar con personas que lo portan o por tocar superficies que han tocado personas que lo portan. Es decir, la fuente de contagio son otros seres humanos. De ahí la recomendación de evitar el contacto social, especialmente personas de riesgo como los mayores. No obstante:

– Evitar el contacto social no es sinónimo de no salir a la calle. Pasear por lugares no concurridos, lavándose muy bien las manos antes de salir de casa y al volver, hace muy improbable un contagio. Los profesionales sanitarios están viendo personas mayores muy deterioradas funcionalmente por el tiempo que han estado recluidas sin salir de sus casas. Aún en pandemia, debe mantenerse cierta actividad física exterior, evitando las zonas concurridas y salir en grupos de no convivientes.

– Hay formas alternativas de mantener el contacto social sin necesidad de compartir espacios: el teléfono e internet proporcionan vías seguras para seguir relacionado, que es también esencial para el ánimo y las funciones cognitivas.

 

Que no sirva el desacuerdo entre las administraciones para que no hagamos la parte que nos toca en el esfuerzo común de acabar con la Covid-19.

 

[1] Gandhi M, Rutherford GW. Facial masking of Covid-19- Potential for “variolization” as we await a vaccine. New England Journal of Medicine, September 8, 2020. DOI: 10.1056/NEJMp2026913

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