Post-vacunación en residencias de personas mayores: nuevos desafíos

Abr 15, 2021

 

María Victoria Zunzunegui. Doctora en Epidemiología. Profesora honoraria. Escuela de Salud Pública. Universidad de Montreal (maria.victoria.zunzunegui@umontreal.ca).

 

En abril de 2021 todas las personas mayores que viven en residencias han sido ya completamente vacunadas. Aunque aún no disponemos de los datos para establecer si ha habido defunciones en residentes que han completado la vacunación, las defunciones por covid-19 en residentes son raras. Se han registrado varios brotes en residencias después de la vacunación, pero las infecciones resultantes son generalmente asintomáticas y no requieren hospitalización.

Si hay  motivos para alegrarse después de tanto sufrimiento, también es urgente actuar para que no vuelva a suceder una tragedia como la que hemos vivido con la pandemia de covid en las residencias de personas mayores.  Concretamente urge:

a) identificar los problemas estructurales que nos han llevado a esta situación y modificar el modelo residencial centrándolo en el bienestar de las personas mayores,

b) minimizar los daños en la salud y el funcionamiento originados por las medidas controvertidas de control de la pandemia basadas en el rígido aislamiento y confinamiento. Más específicamente, restablecer las visitas de amigos y familiares y los paseos y salidas de las residencias manteniendo las medidas preventivas,

c) afrontar la preparación ante nuevas epidemias, recogiendo información y abriendo canales de comunicación entre la administración pública y las empresas, trabajadores, y los residentes y sus familias.

En este post trataremos el tercer punto: la preparación de las residencias de mayores para hacer frente a las epidemias con el objetivo de proteger a la población de residentes y a los trabajadores. En España, la población de residentes y trabajadores ha sido estimada en más de medio millón de personas que viven o trabajan en residencias de personas mayores[1], en septiembre de 2020: 312 894 residentes y 229 288 trabajadoras; aquí utilizamos el sustantivo trabajadoras, en femenino, porque casi la totalidad de las personas que prestan cuidados en residencias de personas mayores son mujeres.

Proponemos las siguientes medidas que consideramos urgentes:

  • Establecimiento de red de vigilancia epidemiológica en las residencias de cada Comunidad Autónoma. Esta red debe apoyarse en dos pilares: 1) sistema de información con indicadores de incidencia, hospitalización y mortalidad; 2) comunicación rápida de la información, y que esta información sea accesible, válida, interpretable y práctica. Su objetivo es generar mecanismos para predecir, rastrear y prevenir pandemias. Para ello hay que identificar los primeros casos, rastrear contactos de forma prospectiva y retrospectiva, aislar brotes, y hacer pruebas a todas las poblaciones de residentes y trabajadores expuestas.
  • Estudios sobre la respuesta inmune de la población de residentes y trabajadores ya vacunados:

–Efectividad real de las vacunas en residencias, población de residentes y trabajadores que fueron los primeros en ser vacunados.

–Estudio de brotes en población ya vacunada.

–Capacidad del suero después de vacunación para neutralizar nuevas variantes.

–Identificar y comprender motivos para la no-vacunación en trabajadores y personas mayores en residencias.

  • Plan de contingencia en cada residencia para detectar brotes epidémicos antes de que se llegue a una nueva situación epidémica donde se incluyan los siguientes puntos: 1) Nombramiento de una trabajadora como responsable de las infecciones nosocomiales, que son las infecciones ligadas a la transmisión dentro de las instituciones; 2) Comité de prevención de infecciones compuesto por personas mayores residentes, familiares, trabajadores; 3) Plan de intervención si ocurren brotes epidémicos u otras emergencias; 4) Capacitación de las trabajadoras para identificar los  signos de infección u otras emergencias; 5)  Sistema de información de vigilancia que incluya indicadores de organización y aprovisionamiento de material de protección y mantenimiento de zonas aislamiento.

Las personas mayores que viven en instituciones son muy vulnerables ya que se encuentran en situación de dependencia y con escaso poder para influir en las políticas locales y estatales[2]. Cualquier actuación debe tener en cuenta la equidad. El manejo de la pandemia de covid ha sido un claro ejemplo de edadismo, en el que la salud pública ha fracasado en su misión de proteger la salud de los residentes y las trabajadoras que prestan cuidados y la vida de la población institucionalizada.

El sistema de vigilancia epidemiológica que proponemos debe recoger información, tanto para residentes como para trabajadoras, sobre las características demográficas, sociales y económicas de las poblaciones vulnerables: edad, sexo, nivel de educación, situación económica, estado de inmigrante, y en el caso de las personas residentes su situación funcional, física y cognitiva[3]. Esta información contribuirá a mejorar la eficacia y equidad de las intervenciones sanitarias y sociales para prevenir y controlar las epidemias. Es interesante examinar cómo se ha integrado el valor de la equidad en las políticas sanitarias y sociales en las residencias de Canadá, un estado federal cuyas residencias han sido fuertemente afectadas por la pandemia y que ha tomado fuertes medidas para mejorar la preparación frente a pandemias (ver nota 3). Estas actuaciones son urgentes y deberían ser promovidas en reuniones conjuntas de los Consejos Interterritoriales de Sanidad y de Servicios Sociales.

 

NOTAS:

[1] Más de medio millón de personas viven o trabajan en residencias de personas mayores – EnR?| (envejecimientoenred.es)

[2] (En inglés y en francés) Pandémie, iniquités, santé publique, information, interventions : l’échec canadien? | SpringerLink

[3] Identifying gaps in COVID-19 health equity data reporting in Canada using a scorecard approach | SpringerLink

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