La hipótesis de la gerociencia

Jul 22, 2016

Rafael Castro Fuentes. Profesor Titular de Fisiología, Departamento de Ciencias Médicas Básicas, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad de La Laguna. Contacto: jrcastro@ull.edu.es
En los 200.000 años de historia de los seres humanos modernos, nunca hemos vivido ni remotamente tanto a como lo hacemos hoy. La tasa de cambio en nuestra esperanza de vida ha sido impresionante. Durante los últimos 175 años, la edad media de muerte ha aumentado de manera constante unos 2,5 años por década, o 6 horas por día, entre los países con más larga vida (Oeppen y Vaupel, 2002).
Mientras que en la primera mitad del siglo XX, el aumento de la esperanza de vida fue impulsado principalmente por la reducción de la mortalidad infantil y de adultos jóvenes, más recientemente, los mayores avances se han hecho en la lucha contra las enfermedades posteriores de la vida.
Como consecuencia, los problemas de salud crónicos asociados  al envejecimiento, como la sarcopenia, la osteoporosis y la enfermedad de Alzheimer, que antes eran raros, se han vuelto ahora comunes.
A medida que la población mundial siga envejeciendo durante los próximos decenios, las enfermedades del envejecimiento amenazan con abrumar a nuestra infraestructura de salud, perturbar nuestra economía y, potencialmente, envenenar la relación entre generaciones.
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Afortunadamente, la comprensión de la biología básica e investigación de los mecanismos moleculares del envejecimiento ha progresado también rápidamente en los últimos décadas. Esto ha propiciado un cambio de paradigma a tal punto que, actualmente, podemos afirmar que el envejecimiento no es un proceso inalterable.
La investigación ha permitido alargar más allá de lo imaginable la vida de moscas, gusanos, ratones, y otros organismos, con distintas estrategias (Kaeberlein et al., 2015). Muchos de ellos, además, viven más tiempo con buena salud. Más tiempo jóvenes.

Por tanto, la promesa de intervenciones médicas que mejoran y alargan la vida sana ya no es una promesa vacía promulgada solamente por charlatanes codiciosos. El impacto económico de la extensión generalizada de la salud podría ser impresionante.  Según un análisis, disminuir la velocidad de envejecimiento humano en un 20% tendría un beneficio de más de $ 7 billones de dólares en los próximos 50 años, sólo en los Estados Unidos (Goldman et al., 2013).
La probabilidad de que en última instancia seamos capaces de retrasar el envejecimiento humano, dependerá de nuestra comprensión de los procesos subyacentes. Nadie con 60 años – incluso los más sanos, y con más de 60 años libre de enfermedad – puede correr tan rápido o lanzar algo tan lejos como alguien saludable de 25 años de edad. Esto constituye una evidencia de que el envejecimiento, el deterioro progresivo de la función física, se produce incluso en ausencia de enfermedad.
Aunque el envejecimiento se produce incluso sin presencia de enfermedad, aumenta claramente la vulnerabilidad a múltiples enfermedades. De hecho, es con mucho el mayor factor de riesgo para prácticamente todas las enfermedades crónicas, que ponen a prueba nuestro sistema de salud actual y aumenta las posibilidades de que una determinada enfermedad sea fatal.

Fuente: .Bambo. (Flickr)

Fuente: .Bambo. (Flickr)


Por ejemplo, las posibilidades de morir a causa de la enfermedad de Alzheimer son de más de 600 veces entre los 50 y 80 años (Murphy et al., 2013). A modo de comparación, el fumar sólo aumenta la tasa de mortalidad general unas tres veces en comparación con los no fumadores (http://www.cdc.gov/tobacco/data_statistics/fact_sheets/health_effects/tobacco_related_mortality/) y el que tiene dos copias del alelo ApoE4, el factor de riesgo genético más común para la enfermedad de Alzheimer, aumenta las posibilidades de contraer la enfermedad tan sólo 12 veces con respecto a los que tienen dos copias del alelo ApoE3 (Raber et al., 2004).
Visto desde esta perspectiva, el envejecimiento es, con diferencia, la mayor amenaza para la salud humana en el mundo desarrollado.
La Gerociencia es un campo interdisciplinario que busca comprender el fundamento de la relación entre el envejecimiento y la vulnerabilidad a la enfermedad. La hipótesis de la Gerociencia postula que, debido a que el envejecimiento subyace a muchas enfermedades y condiciones de discapacidad, aquellas intervenciones que puedan retrasar el envejecimiento podrían también prevenir o retrasar simultáneamente la aparición de enfermedades crónicas múltiples.
En los últimos años se ha logrado con éxito retrasar las enfermedades cardiovasculares. Durante la primera década del siglo XXI, la tasa de mortalidad ajustada por edad por causa de enfermedades del corazón se redujo en más de un 30%, y para el accidente cerebrovascular, la reducción fue más de un 35% (Murphy et al., 2013). Un factor contribuyente ha sido el descubrimiento de tratamientos para los factores de riesgo subyacentes, como la presión arterial y colesterol elevados.
También ha habido progresos en relación con un importante factor de riesgo conductual – el fumar. Es importante destacar, sin embargo,  que el envejecimiento constituye un riesgo mayor para la salud que la presión arterial alta, el colesterol y el tabaquismo combinados.
Si pudiéramos de manera similar aprender a tratar el factor de riesgo de envejecimiento, los beneficios para la salud serían enormes, no sólo para retrasar enfermedades mortales, sino también para el retraso de muchas enfermedades no mortales, tales como  la pérdida auditiva y visual, la osteoporosis y la artritis, que degradan más tarde la calidad de vida.
La promesa  de la Gerociencia de mejorar y extender la salud humana podría transformar no sólo la salud en el siglo XXI, sino también todas las instituciones sociales que dependen de ella.

REFERENCIAS
– Oeppen J, Vaupel JW. Demography. Broken limits to life expectancy.   Science 296:1029–1031 (2002).
– Kaeberlein M, Rabinovitch PS and Martin GM. Healthy aging: The ultimate preventative medicine. Science 350:1191-1193 (2015).
– Goldman DP, Cutler D, Rowe JW, Michaud PC, Sullivan J, Peneva D and Olshansky SJ. Substantial health and economic returns from delayed aging may warrant a new focus for medical research. Health Aff (Millwood) 32:1698–1705 (2013).
– Murphy SL, Xu J and Kochanek KD. Deaths: final data for 2010. Natl Vital Stat Rep 61:1–117 (2013).
– Raber J, Huang Y and Ashford JW. ApoE genotype accounts for the vast majority of AD risk and AD pathology. Neurobiol Aging 25:641–650 (2004).

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