Garantizar la igualdad de derechos y la dignidad de las personas mayores debe convertirse en una prioridad de la agenda política y social

Sep 29, 2020

Organizaciones que trabajamos por los derechos y el bienestar de las personas mayores nos unimos para denunciar que la actual crisis ha agravado, aún más, la discriminación por edad.

La declaración del 1 de octubre como Día Internacional de las Personas Mayores cumple 30 años en un momento marcado por el impacto de la Covid-19 en los derechos y la vida de las personas mayores. A pesar de que los principios de no discriminación por razón de edad y de igualdad están reconocidos en España y en el Derecho Internacional, las referencias específicas a los derechos de las personas mayores se encuentran dispersas en diferentes tratados y acuerdos. La crisis sanitaria, social y económica que estamos viviendo ha dejado claro que aún estamos muy lejos de conseguir la igualdad real y que debemos contar con una legislación que aborde de forma específica los derechos de las personas mayores para trabajar contra la discriminación por edad y resolver los problemas estructurales de nuestro sistema.

En los últimos meses, además, hemos podido comprobar que la vejez sigue estando asociada a debilidad y enfermedad y que se otorga menos valor social a la vida de las personas mayores, como si fueran sacrificables. Sin embargo, debemos recordar que nuestra dignidad y derechos no disminuyen con el paso de los años y la edad no puede medir el valor de ninguna vida. Por ello, la cuarta edición de la campaña #SoyMayorSoyComoTú lanzada por las 5 entidades firmantes pretende sensibilizar a la población sobre la discriminación por razón de edad y señalar a los poderes públicos la necesidad de que el envejecimiento y los derechos de las personas mayores se conviertan en temas prioritarios en la agenda política y social. Este año, además, la campaña también ha contado con la participación del Instituto de Filosofía del CSIC.

LA TRANSFORMACIÓN DE LOS CUIDADOS COMO DEBER SOCIAL   

La crisis que vivimos ha sacado a la luz las muchas carencias que arrastra el modelo tradicional de alojamientos para personas mayores. Las residencias deberían convertirse en hogares, lugares para vivir, en los que se cuida no solo de la salud, sino también de la felicidad de las personas que las habitan. En este sentido, las medidas adoptadas para la protección de quienes viven en espacios de cuidado deben ser equilibradas y conjugar salud y autonomía, favoreciendo en todo momento la capacidad de decidir de las personas. Además, es más urgente que nunca aumentar la coordinación entre los servicios de salud y los servicios sociales, para que quienes viven en un centro residencial tengan garantizado su derecho a recibir atención sanitaria pública en igualdad de condiciones, tanto primaria como especializada. 

Si bien los medios de comunicación han puesto el foco en las residencias debido al gran número de personas fallecidas en centros residenciales, no podemos olvidarnos de los cuidados y acompañamiento en los domicilios. La mayoría de las personas mayores viven en sus casas y muchas de ellas se encuentran en situación de soledad o necesitan cuidados y apoyos, que, en muchos casos, han dejado de recibir o se han visto reducidos debido a los contagios de los y las profesionales de atención domiciliaria, el cierre de los centros de día y la forzosa disminución de las visitas de familiares y voluntariado.

Es importante recordar que las personas mayores quieren continuar viviendo en su casa, en su barrio, en su pueblo. Por ello, necesitamos una transformación y mejora de los servicios sociosanitarios de atención domiciliaria que se complementen con la atención familiar desde un enfoque de género, y que integren también los recursos de la comunidad. Los estudios demuestran que los cuidados, integrados y centrados en las personas, ofrecen mejor calidad de vida, evitan institucionalizaciones no necesarias, y resultan más eficientes para las arcas públicas.

DERECHOS Y DIGNIDAD EN LA PARTICIPACIÓN SOCIAL

El distanciamiento físico impuesto por la Covid-19 ha recrudecido situaciones de soledad, rechazo y exclusión social a las que se enfrentan a diario cada vez más personas mayores. El aislamiento prolongado está afectando a su salud física y mental, su bienestar y dignidad. Ansiedad, depresión, desorientación, deterioro cognitivo, sedentarismo, pérdida de movilidad y masa muscular, fatiga… son solo algunas de estas consecuencias, que contribuyen al aumento de la aparición de problemas crónicos y nuevas situaciones de dependencia. Es más necesario que nunca impulsar las redes de apoyo vecinal y de voluntariado, y diseñar barrios y viviendas amigables con el envejecimiento.

Con la campaña #SoyMayorSoyComoTú, también se quiere poner en valor la gran aportación que hacen las personas mayores al conjunto de la sociedad y desmontar los estereotipos y prejuicios que existen sobre la vejez. De hecho, pese a ser las principales afectadas por la crisis sanitaria y social, las personas mayores han dado una lección de resiliencia, prudencia y disciplina y distintos estudios, como el realizado por Grandes Amigos, muestran su gran capacidad de adaptación durante los meses de la pandemia.

Contar con una red asistencial adecuada es tan fundamental como tener un buen sistema de salud y de educación. Desde las instituciones públicas, se deben garantizar los recursos y apoyos necesarios, así como implementar las medidas que promuevan el bienestar de todas las personas, sea cual sea su edad. 

Todo lo vivido a lo largo de la pandemia debe transformarse en una oportunidad para mejorar nuestro mundo, desde la necesidad del encuentro y la colaboración entre generaciones. Es el momento de valorar la diversidad y la contribución de las personas mayores a la sociedad y tomar en consideración aspectos como la biografía, la experiencia y la capacidad de adaptación que vamos adquiriendo en este proceso que se inicia el día que nacemos, como es el paso del tiempo, como es envejecer, como es vivir.

Más información:

soymayorsoycomotu.com

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