El envejecimiento activo y calidad de vida en España

Feb 14, 2018

Víctor Quirós (Complejo Asistencial Universitario de Salamanca); Maria João Forjaz (Escuela Nacional de Sanidad, Instituto de Salud Carlos III y REDISSEC, Programa ENCAGE-CM).


Las sociedades de nuestro siglo atienden a un cambio en los paradigmas históricos. Sumado a grandes encrucijadas políticas, medioambientales, económicas, y en íntima relación con ellas, encontramos el progresivo envejecimiento de la población[1,2].
Esta realidad, que constituye a la vez un éxito y un importante desafío, exigía la creación de un marco conceptual adecuado. El término Envejecimiento Activo, introducido por primera vez en 1982 en la 1ª Conferencia Mundial de Naciones Unidas (OMS) sobre Envejecimiento (Viena, Austria) ha evolucionado hacia la definición actual de la Organización Mundial de la Salud: “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación, seguridad y aprendizaje a lo largo de la vida con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”[3]. Como vemos, la OMS propone cuatro pilares de un proceso dinámico (envejecimiento activo), que tiene como objetivo mejorar la percepción y valoración que realizan las personas de su estado en un momento determinado; es decir, la calidad de vida de las personas mayores.
Pese a que numerosas experiencias en la última década han estudiado la relación entre ambos conceptos[4], existían ciertas dudas que limitaban la generalización de los resultados y la propuesta de políticas de mejora: ¿las conclusiones de estudios llevados a cabo en Estados Unidos o el norte de Europa serían compatibles con la realidad española?; ¿los cuatro pilares del envejecimiento activo tienen la misma repercusión en la calidad de vida?; ¿es sólido el modelo de la Organización Mundial de la Salud en las comparaciones transculturales?.
Algunos de estos interrogantes se resolvieron gracias a la 5ª oleada de la encuesta Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE), que recogió en 2013 información sobre la salud, la situación socioeconómica y el apoyo social y familiar de más de 123.000 personas de 20 países europeos e Israel. El cuestionario incluido para valorar la calidad de vida fue CASP-12[5,6], con valores que oscilan entre 12 y 48 (a mayor puntuación, mejor calidad de vida). La puntuación media de las 6.266 personas mayores de 50 años y residentes en España fue de 36,18. Además, se encontraron diferencias significativas entre hombres (37,04) y mujeres (35,41).
El estudio detenido de los pilares del envejecimiento activo propuestos por la Organización Mundial de la Salud permitió obtener conclusiones interesantes. En primer lugar, confirmó la Salud como el pilar que contribuye de manera más directa a la calidad de vida[7,8]. Señaló, de manera adicional, que la autopercepción del estado de salud es mejor predictor de la calidad de vida que el deterioro funcional y cognitivo.
Los indicadores relativos al pilar de Participación mostraron una importante asociación con la calidad de vida. Su magnitud podría resultar incluyo mayor si consideramos el efecto directo que las actividades y la ampliación de redes sociales poseen sobre el estado de salud, constituyendo factores protectores en diversos tipos de demencia y en la enfermedad de Alzheimer[9]. Tuvo especial relevancia en la encuesta SHARE la satisfacción de los encuestados con las actividades realizadas. Esto nos lleva a considerar que los programas y planes de ocio para adultos mayores deben tener en cuenta sus preferencias, siendo indispensables para toda la población, independientemente de su estado funcional y cognitivo[10]. Los esfuerzos deberán acentuarse en los grupos en riesgo de exclusión: mujeres mayores, viudas y personas con bajo nivel educativo y económico.
Más discreta fue la relación entre los pilares de Aprendizaje a lo largo de la vida y Seguridad con la calidad de vida. En el caso del Aprendizaje, menos de la mitad de los adultos mayores que se apuntaron a cursos reportaron hacerlo por sentirse atraídos por el contenido. Es necesario, por lo tanto, reformular el modo en que se imparten estos conocimientos, garantizando la formación de los docentes y atendiendo a las sugerencias del alumnado[11]. La Seguridad, que en esta investigación se centró en el plano económico, resulta clave en los países en vías de desarrollo y en aquellos en los cuales el Estado no garantiza a la población prestaciones educativas y sanitarias básicas[12]. No obstante, el diferente panorama en España hace que la relación entre este pilar y la calidad de vida sea muy débil. En base a los resultados obtenidos y en consonancia con otras experiencias europeas, se puede concluir que los indicadores combinados de seguridad económica, e incluso la autopercepción del nivel económico, resultan más fiables que la cifra de ingresos[13]. Emplearlos en políticas públicas permitiría no caer en el error frecuente de medir del mismo modo la situación económica en toda la población, cuando no a todas las edades la seguridad depende de los mismos factores (en los adultos mayores es frecuente el cuidado de personas en situación de dependencia y la ayuda económica a descendientes).
Las diferencias entre hombres y mujeres, que hemos visto que eran relevantes en la puntuación general de la calidad de vida, desaparecieron al analizar con detalle cada pilar.  El empleo en la encuesta SHARE de medidas subjetivas, basadas en la autopercepción, parece ser la causa. Experiencias similares que sí incluyeron parámetros biológicos (fuerza, volumen máximo expirado en el primer segundo, tiempo en segundos que tarda la persona en levantarse) pusieron de nuevo de manifiesto dicha desigualdad[4].
Todo lo comentado nos lleva a reconocer el envejecimiento activo como un constructo multidimensional, resaltando la contribución de los pilares Salud y Participación en la calidad de vida de los adultos mayores. Las fuertes interrelaciones entre pilares y la importancia de reforzar los componentes psicosociales, muestran la necesidad de replantear el modelo vigente propuesto por la Organización Mundial de la Salud[14]. Siempre comprendiendo que, esta historia de éxito que es el envejecimiento de la población, es también una oportunidad de futuro hacia una sociedad mejor.

Bibliografía

  1. Ineichen B. Epidemiology in Old Age. J Epidemiol Community Health 1997;51(5):581–581.

  2. Kirkwood, Thomas B. L. Human senescence. BioEssays 18(12).

  3. Naciones Unidas. Plan de acción internacional de Viena sobre el envejecimiento. Asamblea Mundial sobre el envejecimiento. 1982;

  4. Paúl C, Ribeiro O, Teixeira L. Active Ageing: An Empirical Approach to the WHO Model. Curr Gerontol Geriatr Res 2012;2012:382972.

  5. Siegrist J, Wahrendorf M, von dem Knesebeck O, Jürges H, Börsch-Supan A. Quality of work, well-being, and intended early retirement of older employees—baseline results from the SHARE Study. Eur J Public Health 2007;17(1):62–8.

  6. Hyde M, Wiggins RD, Higgs P, Blane DB. A measure of quality of life in early old age: the theory, development and properties of a needs satisfaction model (CASP-19). Aging Ment Health 2003;7(3):186–94.

  7. Dajak L, Mastilica M, Oreskovic S, Vuletic G. Health-related Quality of Life and Mental Health in the Process of Active and Passive Ageing. Psychiatr Danub 2016;28(4):404–8.

  8. Bowling A. Enhancing later life: how older people perceive active ageing? Aging Ment Health 2008;12(3):293–301.

  9. Verghese J, Lipton RB, Katz MJ, Hall CB, Derby CA, Kuslansky G, et al. Leisure activities and the risk of dementia in the elderly. N Engl J Med 2003;348(25):2508–16.

  10. Prieto-Flores M-E, Fernandez-Mayoralas G, Forjaz MJ, Rojo-Perez F, Martinez-Martin P. Residential satisfaction, sense of belonging and loneliness among older adults living in the community and in care facilities. Health Place 2011;17(6):1183–90.

  11. Díaz-López MDP, López-Liria R, Aguilar-Parra JM, Padilla-Góngora D. Keys to active ageing: new communication technologies and lifelong learning. SpringerPlus 2016;5(1):768.

  12. Chaves ML, Camozzato AL, Eizirik CL, Kaye J. Predictors of Normal and Successful Aging Among Urban-Dwelling Elderly Brazilians. J Gerontol B Psychol Sci Soc Sci 2009;64B(5):597–602.

  13. Adena M, Myck M. Poverty and transitions in health in later life. Soc Sci Med 1982 2014;116:202–10.

  14. Pruchno RA, Wilson-Genderson M, Cartwright F. A two-factor model of successful aging. J Gerontol B Psychol Sci Soc Sci 2010;65(6):671–9.

 

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