El impacto de la pandemia en las residencias para personas mayores

Jun 28, 2021

 

Isabel Parra González. Grado en Sociología. Estudiante en prácticas en el Grupo de Investigación en Envejecimiento (GIE-CSIC). Programa ENCAGEn-CM

María Sánchez Román. Investigadora de Apoyo en el Programa ENCAGEn-CM.

 

Durante la primera ola de la pandemia por COVID-19 en España, el grupo más afectado, en lo referente a infección por coronavirus y mortalidad, fue el de las personas mayores, y en concreto las que vivían en centros residenciales. Un informe elaborado por el Ministerio de Derechos Sociales apunta que, desde mediados de marzo hasta el 23 de junio de 2020, se contabilizaron un total de 43.697 muertes, de las que 20.268 se produjeron en residencias. En particular, en aquellos centros localizados en comunidades con mayor densidad demográfica, como Madrid, hubo un exceso de mortalidad en residencias del 52,9% en los primeros 12 meses de la pandemia.

Cuando se habla de la elevada incidencia en las residencias, deben tenerse en cuenta algunas decisiones que se tomaron para afrontar el coronavirus que, en algunos casos, llevaron a restringir el acceso a recursos de salud. Si estas restricciones se produjeron por razón de edad, se estaría hablando de edadismo. La Organización Mundial de la Salud lo define como los “estereotipos, prejuicios y discriminación dirigidos hacia los demás o hacia uno mismo en función de la edad”. De esta forma, el edadismo acontece en distintas escalas (personal, social, institucional) y se basa en que la edad, junto con otros factores, como ser mujer, ser más vulnerable, o necesitar cuidado de otras personas, entre otros, aumentan el riesgo de discriminación y la pérdida de bienestar. Entre las personas mayores, los estereotipos suelen sustentarse en su consideración desde la fragilidad y vulnerabilidad, o en la idea de que no son capaces de cuidarse y de tomar decisiones en materia de salud, lo que puede conllevar una diferencia de trato en el acceso a la atención recibida. Son muchos los expertos que han analizado este factor como potenciador de la mortalidad en las personas mayores por coronavirus.

 

Discursos durante el confinamiento: de la crítica a la reflexión

Para poder comprender mejor la relación entre edadismo y afectación por coronavirus en las personas mayores que viven en residencias, se ha llevado a cabo un análisis cualitativo de los discursos de informantes clave en el ámbito del envejecimiento, a partir de entrevistas realizadas entre el 28 de marzo de 2020 y el 13 de febrero de 2021, en el programa Juntos Paso a Paso de Radio Nacional de España.

En este análisis se ha observado la existencia de una línea cronológica en los discursos. Así, al inicio de la pandemia, las personas entrevistadas expresaban una visión crítica respecto a la situación vivida en las residencias y las actuaciones que se llevaron a cabo. Sin embargo, conforme se fue superando la primera ola, se encuentran discursos con una perspectiva más positiva, que entiende que la pandemia ha traído consigo una reflexión sobre la necesidad de implementar nuevos modelos residenciales que estén preparados ante futuras crisis y emergencias sanitarias.

Durante estos primeros meses, los discursos analizados señalan la intensificación de las actuaciones en las residencias que se pueden describir como edadistas, algunas de ellas latentes previamente, otras de nueva aparición por la situación de estrés sanitario. Estos argumentos siguen, fundamentalmente, dos líneas: la discriminación surgida en los protocolos residenciales y en la diferencia de trato en hospitales, y el desafío que supuso la adaptación durante el confinamiento ante la brecha digital.

Diferente acceso a los servicios de salud

Los discursos más críticos de las personas entrevistadas en el inicio de la pandemia señalan que los protocolos diseñados por las comunidades para las residencias obviaron el hecho de que no todas las personas mayores pueden someterse a un confinamiento de forma fácil y llevadera. Es decir, muchas de estas personas sufren patologías físicas o psicológicas que les impiden ser plenamente independientes, lo que supone una necesidad de contacto con el personal de las residencias y, por ende, una mayor exposición al virus y propagación de este mismo dentro del centro residencial. Además, a ello habría que sumarle las limitaciones en los equipamientos que poseían gran parte de las residencias ante este tipo de situaciones, no sólo en forma de material sanitario sino también en el espacio disponible. Estas realidades, en suma, se convierten en incompatibles con las medidas de contención planteadas.

El desafío de la brecha digital

En lo que se refiere al uso de las tecnologías, la brecha digital es un problema que afectaba especialmente a las personas mayores mucho antes de la pandemia. Entre las actividades de ocio y de comunicación, el uso de tecnologías de la información y de la comunicación es escasamente seguido en las residencias, como también lo es entre mayores en general en otros contextos residenciales, por oposición al uso masivo que hacen personas de menos edad.

Cuando se inició el confinamiento domiciliario en marzo de 2020, la única vía de comunicación con familiares y amigos era por medio de dispositivos electrónicos. De este modo, tanto los/as residentes como el personal trabajador tuvieron que adaptarse de forma vertiginosa a esta forma de comunicación. Las residencias se vieron en la tesitura de adquirir más dispositivos electrónicos, y apoyar a sus residentes de forma directa para poder hacer uso de los mismos. Las dificultades fueron considerables, puesto que era una tecnología nueva para muchas personas más mayores, pero, después de unos meses, podrían existir indicios de que el esfuerzo realizado durante el confinamiento haya ayudado a reducir parcialmente –aunque quizá sólo temporalmente–, esta brecha digital.

Todo ello podría llevar al pensamiento de que, si de forma previa a la pandemia se hubiera establecido la necesidad de que las residencias incorporasen un uso mucho más extendido de los aparatos electrónicos, para el contacto de las personas mayores con sus amigos y familiares, el impacto del cambio hubiese sido menor.

Reflexiones desde la experiencia: hacia un nuevo modelo residencial

Si bien es cierto que las conductas edadistas agravaron la situación ya de por sí crítica en las residencias, son muchos los discursos que apuntan a que esta situación podría evitarse en el futuro transformando el modelo residencial. La pandemia ha traído consigo una oleada de reflexión sobre la situación actual de las personas mayores, en especial basada en la necesidad de desarrollar un nuevo modelo residencial.

Algunos discursos se centran en el cuidado personal e integral del residente, mejorando así su calidad de vida. Por otro lado, también se ha reflexionado en lo que se refiere al ámbito de los derechos de las personas mayores, tan importantes como los del resto de grupos sociales y olvidados o relegados en muchos momentos de esta crisis sociosanitaria. Esto implica una mirada futura en la que las residencias sean de verdad consideradas como espacios no sólo de atención y apoyo sino también de cohesión social, y, por lo tanto, las ayudas se adapten y prioricen las necesidades reales de las personas mayores, mejorando así su calidad de vida.

Analizar los discursos que han expresado informantes clave en materia de envejecimiento durante la pandemia tiene una utilidad más allá de la mera recogida de opiniones. Su puesta en común permite relacionar las opiniones de representantes de personas mayores y personas expertas en vejez y envejecimiento, una herramienta que podría indicar el camino hacia la mejora del bienestar de las personas mayores teniendo en cuenta no sólo el conocimiento científico disponible, sino también las necesidades manifestadas a través de sus representantes.

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